Hace unos días
las nubes bailaban
bajo el cielo.
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El poema más bonito del mundo
Llevaba añospersiguiendo la quimerade escribir el poema más bonito del mundoy…Te encuentro a ti. Cuando me miras,cuando sonríes,en cada abrazo,sobre cada uno de tus pasosy en tu voz. Cuando me desnudasy te desnudo,cuando nos rendimosa las caricias de tu pielsobre la mía.Y en cada besoque me derrite. Llevaba añosbuscándolo más allá de ticuando, en realidad,el poemaSigue leyendo «El poema más bonito del mundo»
(Mi) Luna
Te miro mientras camino. Tú me sigues. Si me paro, te detienes en tu infinito tintineo que te hace brillar en un cielo lejano. Siento que me sonríes si te sonrío aunque no lo vea. Y mi sombra me acompaña cada noche solo porque tú brillas.
Tus huellas
El suelo, húmedo, mostraba un lienzo bajo tus pies. Te alejabas. Dejabas unas huellas tristes que lloraban y susurraban tu nombre. Acaricié esas huellas, sabiendo que, como ellas, no volvería a acariciar tu piel.
¿Y las estrellas?
Qué tiempos aquellos en los que miraba al cielo y mis ojos se evadían entre tantos puntos de luz lejanos, todos distintos. Recuerdo aquellos días, pero hoy: una, dos, tres, cuatro… ¡Cuatro! Parece como si las estrellas se escondieran de la Ciudad.
Primeras hojas de otoño
Veo caer las primeras hojas del otoño a través del sutil vaho que cubre las ventanas de tu dormitorio. Tú aún duermes. Todavía siento en mi espalda cómo se clavaban tus dedos mientras ahogabas tus gemidos en mi cuello. Como si intentaras liberar unas alas que ocultamos hace años. Las hojas caen fuera entre el ruido monótono de la lluviaSigue leyendo «Primeras hojas de otoño»
A veces
A veces, fuego. Te desatas. Arrasas con todo cuando creía a salvo, me desnudas y quemas mi piel con esos besos que no dejan marca. A veces, agua. Me atrapasen un abrazo infinito que me deja sin aire. Burbuja que resbalas por mi piel, subes por mi pecho y estallas de placer en mi boca.Sigue leyendo «A veces»
Se deslizan las gotas de agua por los cristales como se deslizarían mis besos por los recovecos de tu cuerpo. Y aprieta el frío, atrapando mi respiración en ese vaho denso que me permite dibujar tu nombre. Miro, más allá de la Ciudad, cómo florecen diminutas luces en el cielo tras la puesta de sol.Sigue leyendo