No es país para viejos

No es país para viejos (2007) es una película escrita y dirigida por los aclamados hermanos Coen, ganadora de cuatro premios de la academia (incluido el de mejor película) y protagonizada por Josh Brolin, Tommy Lee Jones y Javier Bardem. Su historia nos sitúa en el estado de Texas, donde un asesino a sueldo llamado Anton Chigurth (Javier Bardem) intenta acabar con la vida de Llewelyn Moss (Josh Brolin), un veterano de la guerra de Vietnam que encuentra accidentalmente un maletín cargado de dinero. En el mismo panorama, los hermanos Coen presentan al sheriff Ed Tom Bell (Tommy Lee Jones), que dice no entender la enorme criminalidad y la crudeza de los tiempos modernos.

Se ha hablado largo y tendido de lo magnífico del filme: una selección brillante de cada plano, escenas con ritmo (y a veces hasta carentes de sonido), un excelente estudio y desarrollo de personajes, pero ¿qué nos plantea realmente No es país para viejos? ¿Es solo una película de mafiosos bien contada? Más allá de lo cinematográfico, los hermanos Coen experimentan con el bien y el mal, haciendo de la película una lucha de contrarios donde el ganador no siempre es el héroe, y donde protagonistas y villanos están dibujados en tonalidades grises.

Teniendo esto en consideración, se nos presenta a Moss, un hombre casado, buen ciudadano y veterano de guerra. Él va a ser nuestro héroe a lo largo de la película, pero encuentra una maleta repleta de dinero y decide robarla. Justo en este punto, los valores de nuestro héroe podrían ser discutidos, y es que ¿no debería un héroe actuar diferente? ¿está realmente Moss actuando de manera ética?

Por otra parte, se nos presenta a Anton Chigurth, un asesino a sueldo que trabaja —según parece— para la mafia que persigue a Moss. Chigurth es la descripción de villano en cualquier obra artística, pues su objetivo es interponerse en el camino del protagonista. Pero, ¿tiene valores morales un personaje como él? De hecho, sí. Los directores presentan en la escena de la gasolinera a un Chigurth que deja en manos del azar la vida del dependiente. Con el perdón, los hermanos Coen nos dicen que sí, Anton Chigurth es un asesino, pero también tiene principios.

Quizá aquí esté el quid de la cuestión, No es país para viejos presenta el cambio de paradigma de una sociedad que es cada vez más malévola, y donde todos actúan según sus principios, sí, pero satisfaciendo unas necesidades egoístas donde todo gira en torno al dinero.

Por último, y una vez que toda la trama queda resuelta, el sheriff tiene un discurso en el que el nombre de la película cobra sentido, y es que no entiende cómo es que el villano gane al héroe, y mucho menos la crueldad y la sangre que ha dejado atrás. Tommy Lee Jones se cuestiona el mal en sí mismo, afirmando no entender cómo ha evolucionado la sociedad, creando a seres humanos completamente viles y egoístas, y reafirmando así no comprender en qué se ha convertido su país; ya no es un país para viejos. ¿Dónde quedaron los valores éticos de sus fundadores? ¿Qué ha pasado con la idea de libertad y amor? Todo eso no era más que un sueño.

«…y me desperté».

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