Arde en el pecho
cuando un recuerdo estalla
y resquebraja los mismos cimientos
que sostienen el pasado.
Como esa copa que se derrama
sobre la mesa
y rueda
hacia el filo último
previo a la caída.
Y vuela.
Durante un instante
vuela,
desea
y olvida de donde viene.
Y cae.
Dura un segundo su caída.
Se quiebra.
Viene el olvido
y me arranca su última imagen.
Desgarra.
Duele.
Miles de cristales
se clavan
en los recuerdos descalzos.
Un descuido,
otra copa rota,
recuerdos que se aferran
a los que no se han ido.
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