Esta monótona melodía revive el eco de tus risas mientras migabas tus galletas en el café frío.
Nunca supe valorar tanto un café hasta años después de haberte perdido.
Hoy, a pesar de que el olvido amenaza con llevarte para siempre, aún despierta tu recuerdo en el aroma del café solo, en los tintineos de unas tazas que llevaron tu nombre y en el sabor de estas galletas que solíamos compartir cada tarde.
Enmudece la música y tu recuerdo suelta mi mano.
Ya no escucho tu risa. Tampoco puedo recordar tu voz. Y el café se ha quedado frío.
Vuelvo a escuchar la misma melodía de antes. Monótona y triste, no te trae de vuelta.
El café se seca en los bordes de esta taza blanca y se consume sobre sí mismo.
El café de media tarde no es lo mismo si no es contigo.
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