Recorro las mismas calles de ayer
con la perspectiva de quien ya las ha vivido
y, a pesar de que todo es lo mismo:
mis pasos sobre el asfalto,
el murmullo lejano de la gente
-de esa misma gente-
la brisa y su luz;
ya todo es distinto.
Araño el recuerdo de la juventud
en el reflejo disfuso de un escaparate,
y en la lejana silueta de edificios
que no recordaba haber visto.
Queda tan lejos…
Tan lejos que cada instante
sabe a despedida.
Pero volveré,
no sé cuándo.
Mientras quede el recuerdo
en esa parte del mundo
a la que pertenecí durante algún tiempo,
volveré.
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