Viajábamos a bordo de un autobús por el interior de la isla Gris del lejano Troke. Gran cantidad de turistas visitaban esta misteriosa tierra para beber agua bendita del templo Oscuro que se encontraba en medio de la selva. Al pasar por el único claro que había, observé que a mi derecha estaba formado un grupo de extrañas criaturas que se alistaban para una especie de guerra. En medio de mi asombro, le solicité explicaciones al guía y resultó que el hecho ocurría cada año por esa fecha. Se trataba de una especie casi extinta, mitad hombre mitad lobo, con dos corazones, uno animal y otro humano, conocidos como “casiwolf”. Al fijar la mirada, me percaté de que ambos grupos estaban frente a frente. De un lado los lobos de la cintura hacia abajo, del otro los lobos de la cintura hacia arriba.
El guía explicó que ninguno quería someterse a la peligrosa cirugía en que le extirpaban uno de los dos corazones. Cada casiwolf que optaba por asistencia médica decidía, en dependencia de su elección, terminar su existencia como lobo o como humano. La porción que quedaba con su corazón transformaba lentamente a la otra hasta convertirla en la opción elegida. La intervención quirúrgica ostentaba solo un quince por ciento de éxito. Por lo general, ninguna de las partes sobrevivía con el corazón de la otra. Como refugio al desconsuelo de sus existencias, se enfrentaban en la extraña y encarnizada pelea, donde el más ágil cortaba de cuajo a su oponente por la mitad y se apoderaba de la parte del cuerpo que por naturaleza le había sido negada y que lucían luego en señal de triunfo.
Al preguntarle al guía si aquella trifulca era legal, dijo que el presidente era el casiwolf más viejo de Troke. Un lobo de la cintura para abajo que no había perdido ninguna pelea hasta el momento.
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