No fue la flor,
sino su aroma
el que me hizo sentirte
de nuevo
a mi lado.
No fue la flor,
sino su luz
la que me hizo verte
escondida
bajo recuerdos deshilachados.
No fue la flor,
sino su forma
la que me hizo sentirte
entre mis brazos.
No es la flor
que sostengo,
no es nada de eso.
Es tu recuerdo,
palpitando en un corazón
que anhela verte
buscando el aroma de una flor,
capturando su color en tus pupilas,
sosteniendo esta flor
que habla de ti.
Siendo que el tiempo es la sustancia de la que estamos hechos, la brevedad de poema adquiere connotaciones épicas dada que la belleza inherente a sus estrofas quedan exaltadas por su brevedad.
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