Este poema nace de un ejercicio realizado en el Club de Escritura Creativa de Patricia Moreno.
El ejercicio consistía en describir una escena utilizando palabras relacionadas con el mar.
Desde la ventana,
las calles parecen ríos
que buscan desembocar
en cualquier mar desconocido
o quizá
acabar sumergidos en sótanos,
garajes
o en las profundidades del subsuelo.
Algunos paisanos comentan
que la lluvia ha arrancado
algunos olivos.
No puedo evitar imaginarlos
anclados
en lo más profundo,
tirando de sus raíces
para no acabar rendidos
a la corriente como algas
que se mecen abandonando
diminutos pececillos de aceituna
que acaban saliendo a flote
para dejarse llevar por sutiles
olas
improvisadas.
Y la lluvia…
La lluvia sobre el agua estancada
es lo más cerca que he vuelto a estar
de escuchar la lluvia sobre el mar:
un ruido que no cesa,
que late en su infinito pálpito
y que parece engullir
el golpear del agua contra el asfalto
para convertirlo
en un rumor lejano.
Desde la ventana,
la realidad parece descomponerse
en diminutas gotas de agua
que caen
sobre el cristal
buscando ese mar desconocido
que se oculta bajo la ciudad.