Si escribes un libro, no cometas los siguientes errores

Cuando escribimos una novela o un relato, tenemos que atender a la vez demasiada información, lo cual puede llevarnos a cometer errores que revelen que nuestra escritura es la de un novato.

Podríamos mencionar infinidad de errores, pero en este artículo quiero centrarme en los que yo me he topado con mayor frecuencia. Espero que os resulten útiles y que los evitéis a partir de ahora.

1. El guion es contradictorio

Si un lector está leyendo tu libro y se encuentra con que en el primer capítulo la protagonista vive con su hermana en Madrid, y en el tercer capítulo están viviendo en Sevilla, le resultará desconcertante y se preguntará cuándo se han mudado. Sé que este ejemplo es bastante exagerado y que muy pocos, o nadie, caeríais en este error; pero lo he usado para que entendáis lo importante que es contar con un guion previo en el que esté explicada la información completa de cada personaje, lugar, rasgo físico, edad, etc.

2. Irse por las ramas

Seguro que os desesperáis cuando estáis hablando con una persona que para contaros que ayer cocinó carne en salsa porque iba a venir su familia a comer a casa, se desvía del tema principal y lo mezcla con otras ideas que no son relevantes. Veamos cómo sería dicha conversación:

Hola, Juan —saluda Ángel.

Hola, Ángel —saluda Juan—. ¿Qué te cuentas?

Pues nada, ayer estuve en el mercado, porque me llamaron el otro día mis padres, que sabes que están viviendo en Alcalá de Henares, porque vendieron la casa en Madrid capital hace dos años, y me dijeron que venían a comer a casa; así que me fui al mercado para comprar carne para preparar un estofado, y la mejor carne para guisar en es morcillo, que corresponde a las pantorrillas de la ternera; patatas y zanahoria no compré porque ya tenía, pero vino sí, además, un vino bueno bueno, y volví a casa y preparé el estofado. Mis padres llegaron sobre las tres, tuvieron que venir en Renfe porque el coche lo tienen en el taller, porque el faro izquierdo se le fundió y hasta la semana que viene no se lo arreglan, y comimos y estuvimos hablando hasta las seis que se fueron.

Si después de escucharlo no os ha explotado la cabeza, es que sois un superhéroe o que habéis bajado el volumen de vuestros audífonos. No, bromas aparte, un diálogo así exaspera a cualquiera y ocurre lo mismo cuando lo leemos. Por tanto, para no irritar a vuestros lectores y conseguir que les entren ganas de cerrar vuestro libro, tratad de ser conciso; si queréis contar una idea, contad esa idea, a nadie le importa que la luna está en el cielo; y si para contarla, podéis utilizar dos oraciones en vez de cinco, mejor.

Tras esta explicación, vamos a leer el mismo diálogo de antes, pero ahora Ángel no se va a ir por las ramas:

Hola, Juan —saluda Ángel.

Hola, Ángel —saluda Juan—. ¿Qué te cuentas?

Pues nada, ayer me llamaron mis padres por la mañana para decirme que venían a comer, así que tuve que ir al mercado a comprar morcillo para preparar un estofado.

Y ya está, ¿a que así es más fácil seguir la conversación?, pues aplicad también la síntesis en vuestros textos.

3. Usar palabras grandilocuentes

Todos los escritores queremos que nuestra historia enganche al lector desde la primera página, sin embargo, si nuestro vocabulario es rebuscado, el pobre tendrá que consultar el diccionario a cada minuto o pensará que, como escritores, somos unos pedantes.

Es verdad que la herramienta de trabajo de un escritor son las palabras y que es necesario que cuente con un vocabulario extenso; pero extenso no significa complicado, no pareces mejor escritor porque escribas El quebranto anímico que sufría María en lugar de María estaba triste. Lo que debes buscar cuando escribes es que todo el mundo se dibuje una imagen automática en su mente cada vez que lee una escena de tu libro, y es más fácil imaginarse a María triste que María sufra quebranto anímico.

Por tanto, cuanto más sencillo sea nuestro vocabulario, sin caer en coloquialismos ni en expresiones vulgares, más captaremos la atención de los lectores.

4. Uso excesivo de adverbios terminados en -mente

Aquí voy a ser muy clara: evitad todos los adverbios que acaben en -mente, y si no todos, la mayoría, pues suelen ser innecesarios.

Cuando digo que son innecesarios, me refiero a que en casi todas las ocasiones no aportan ninguna información útil para comprender el significado de la idea principal. Solo sirven para «inflar» el texto, por lo que es recomendable evitarlos. Veamos un ejemplo:

El hombre tenía un rostro horrorosamente feo .

¿Horrorosamente feo?, es redundante, ¿verdad? La frase se comprende si quitamos el adverbio «horrorosamente» y lo convertimos al adjetivo «horroroso»; incluso si escribimos que «El hombre tenía un rostro feo», también nos hacemos una idea de los rasgos faciales de este señor.

La otra causa por que debemos evitar este tipo de adverbios es que producen cacofonía cuando se leen, es muy común pensar que, usando palabras más largas, demostramos tener una mejor técnica de escritura, y que si escribimos «generalmente» en vez de «por lo general», construiremos oraciones más cortas; pero es una trampa de principiante.

Voy a escribir un texto repleto de adverbios terminados en -mente y a continuación el mismo sustituyendo dichos adverbios por sus adjetivos o locuciones correspondientes. ¿Con cuál os quedáis?

  1. Me levanté de la cama y me dirigí rápidamente al salón, donde estaba mi perro mordisqueando alegremente uno de mis calcetines. Generalmente, no le dejaba que babeara mis prendas, pero en ese momento vi una nota sobre la mesa y la idea de reñirlo se me fue de la cabeza. Me acerqué para leerla, era de Carlos, ponía claramente que se iba nuevamente a vivir con su exnovia, que se habían reconciliado y que esta vez, definitivamente, se quedaría con ella.
  2. Me levanté de la cama y me dirigí presta al salón, donde estaba mi perro mordisqueando uno de mis calcetines. Por lo general, no le dejaba que babeara mis prendas, pero en ese momento vi una nota sobre la mesa y la idea de reñirlo se me fue de la cabeza. Me acerqué para leerla, era de Carlos, ponía que se iba de nuevo a vivir con su exnovia, que se habían reconciliado y que esta vez se quedaría de forma definitiva con ella.

Bajo mi punto de vista, el segundo texto es más fluido y, como veis, dice lo mismo que el primero, incluso eliminando algún adverbio.

Y a vosotros, ¿se os ocurre algún error más?

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