Tras el desgarrador silbido
que llega del cielo y descose
las nubes, los colores y
deshace el viento y la tierra,
llega el ruido sordo del silencio,
socavón de miedo en el suelo,
paredes que dicen adiós al hogar
y ruinas para un futuro incierto.
Ya no hay libros que leer
y la poesía huye de las calles.
Los parques se despojan
de las risas,
de paseos al atardecer,
de primeras citas
y de encuentros fugaces.
La ciudad queda en silencio,
por un momento solo,
hasta que vuelven
esos silbidos desde el cielo.