Abro la ventana buscando
el primer soplo de aire fresco
de la mañana
en la Ciudad.
Los pájaros ya alzan su vuelo
y ponen música a un amanecer
lento y vergonzoso
que tiñe de rosa el cielo.
Ruidos de coches,
como cadenas en el asfalto,
el olor a café que mana
de una cafetera vieja,
y el sabor de un beso
de buenos días.
No huele a mañana
en la Ciudad.
Pulmón quemado,
hollín, polvo
y el recuerdo de mi tierra
que me asalta, repentino,
con el primer soplo de aire fresco
en la Ciudad.