¿En qué consiste la corrección ortotipográfica?

La corrección ortotipográfica se encarga de encontrar y eliminar los errores de ortografía y tipografía de un texto. Para ello primero debe centrarse en corregir la ortografía basándose en las normas y recomendaciones de la RAE (Real Academia Española); y después, pasará a subsanar los errores tipográficos.

Siguiendo este orden, la corrección cumplirá las tres funciones fundamentales:

  • que el texto no tenga errores ortográficos y de puntuación (limpieza);
  • que la ortografía se adapte a las normas recogidas en la última versión de la Ortografía de la lengua española publicada por la RAE, en 2010, así como a las de otras fuentes que no son de su responsabilidad, pero cuyo criterio y uso también es correcto (normalización);
  • que el uso de los signos y símbolos tipográficos estén unificados; es decir, que el texto mantenga un único criterio a la hora de emplear la negrita, la cursiva, las comillas y demás aspectos de la lengua que no están fijados a la normativa (unificación).

La corrección ortotipográfica corresponde a la fase de edición y se aplica después de la corrección de estilo. Esto es así porque si se corrige primero la ortografía y la tipografía y después se modifica el texto en la corrección de estilo, habría que volver a revisar la ortografía y la tipografía de los cambios realizados.

Ambas correcciones buscan que el texto sea perfecto; sin embargo, hay que tener en cuenta que la perfección absoluta es imposible de alcanzar y que siempre quedará algún error, aunque lo revise un profesional.

Lo importante es lograr que el número de errores sea mínimo.

La corrección ortotipográfica se ocupa, en definitiva, de las siguientes cuestiones:

  • que la tipografía usada tenga una correspondencia en todo el documento;
  • que las variantes de letras negrita, cursiva, redonda, versalita, ancha y estrecha, superíndice y subíndice, subrayado, etc., estén bien aplicadas;
  • que no existan líneas viudas (las que quedan solas al comienzo de la página) ni huérfanas (las que quedan solas al final de la página);
  • que las palabras estén bien partidas al final del renglón y que no se repitan sílabas en líneas consecutivas;
  • que las citas estén bien ubicadas y puntuadas,
  • y que los elementos textuales y extratextuales, como los textos de pie de figura, cuadros, gráficas, etc., cuenten con una puntuación correcta.

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