Ayer recibí una carta
que llevaba impresa tu voz.
Tus palabras,
profundas,
sobre el papel,
guardaban el aroma
de tus manos y
un silencio latente:
El silencio de tus ojos
vigilando
cada letra
mientras escribías.
El silencio de un suspiro
que dejaba escapar un trozo
de tu alma
y que, ahora,
se cobija entre estas palabras.
El silencio de un llanto
perdido
entre estas hojas
que tú haces mías.
El silencio que recuerda
un corazón que late
en una mente que solo piensa
al recordar cómo eras.
El silencio.
Tu silencio.
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