El poder del perro

Nos vamos al salvaje Oeste para reseñar una película particularmente controvertida. Voraz candidata a los principales premios de la Academia.

Un western profundo e intimista. Una historia ¿ficticia? novelada primero por Thomas Savage en la novela homónima de 1967, y ahora adaptado por la directora y guionista de esta cinta, la neozelandesa Jane Campion. NO DEJA INDIFERENTE A NADIE.

Me declaro rendido a su atracción absolutamente magnética.

7.5/10



WARNING: A partir de aquí no destripamos la trama, pero si se pretende ir 100% virgen al cine, no sigas leyendo.


La película aborda temas siempre peliagudos y en terreno hostil. Homosexualidad, masculinidad tóxica, adicción…

Dueña de una narración tranquila y cercana, la película se molesta en acentuar las relaciones de sus personajes en sus primeros capítulos. Nos va derivando con una preciosa estructura a un zenit de lo más provocador.

Los personajes; maravillosos. Sus diálogos; escasos y eficaces.

El punto débil de la película quizá se encuentre en sus dos primeros capítulos. Preciosos en lo estético, como toda la película. Contemplativos y sin motivación aparente. ¿Esta era la película de la que todos hablaban? Serrín, óxido y mostaza. Tonos apagados que funden la madera de los hogares, con vestidos y naturaleza. Delicioso, sí. Calmado, lento, ¿aburrido? Interesante en cualquier caso y enriquecedor a la postre.

Insisto en que Jane Campion se preocupa por dar forma a su drama de época enmascarado. Los revólveres en sus fundas. Si es que existen. Los dos capítulos del inicio son el peaje que hay que pagar para disfrutar de esta gran obra, y se agradecen cuando concluye el filme. Aprendemos a necesitarlos.

Las personalidades se van moldeando y existe una danza de parejas cambiantes que nos conduce al epicentro del melodrama. De fondo una melodía sencilla. Maravillosa. La banda sonora funciona de manera sublime.

Benedict Cumberbatch (Phil Burbank), culmina una actuación brillante en un papel verdaderamente exigente. Kirsten Dunst (Rose), Jesse Plemons (George Burbank) y Kodi Smith-McPhee (Peter), sencillamente fabulosos, ponen el contrapunto necesario a un personaje que devora sin remedio la pantalla.

Existe un aura de fatalismo que sobrevuela toda la segunda mitad de la película, sin decidirse de forma transparente a destruir a ninguno de los personajes. La tensión va aumentando a medida que conocemos a los protagonistas y la trama evoluciona. El rancho de los Burbanks se convierte en un falso mundo feliz. Una utopía del western. De los tipos duros.

La película concluye de forma sorprendente evidenciando a la par la imposibilidad de una conclusión más acorde a lo presentado. Un guion que se cierra en sí mismo con correa de acero armado.

Un filme que arranca el bozal a un género y que susurra: ‘SIGLO XXI’. Imprescindible.

Lo mejor

La lectura posterior, el guion y Benedict Cumberbatch.

Lo peor

Un ritmo cansino que puede aburrir a cierto sector del público.

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