Siempre he querido escribir sobre Eduardo García y su poesía, pero siempre he pensado que todo lo que dijese se iba a quedar pequeño. Hoy me he imaginado enviándole al propio Eduardo un artículo sobre él y creo que le habría gustado, independientemente de la profundidad y el tecnicismo del contenido; así que, Eduardo, aunque ya no puedas leerme, quiero que la gente que lee Un cuaderno en blanco, amantes de la literatura, te conozcan. Voy a hablar de ti y de tu poesía.
No será este un artículo técnico, porque hay miles de expertos que saben más que yo sobre la materia, sí sobre el poeta y la persona que conocí, y os dejaré uno de sus poemas.
NO ESTABA EN EL GUIÓN Me pregunto si soy un pervertido sin mucha convicción, pues no lamento mis tendencias, ni tengo el sentimiento de culpa que debiera haber fingido. El caso es que me siento, amor, vencido por tu cintura breve y por tu aliento al contemplar el blando movimiento de un cuerpo tentador, desconocido. Yo no sé si es delito o es codicia carnal este deseo equivocado. No estaba en el guion la paradoja: Sentirme triste amante que acaricia tu ausencia en otra piel, enajenado. Un corazón que el cuerpo desaloja. Eduardo García
Conocí a Eduardo en el instituto, allá por los años 90. Sus clases de filosofía nos tenían cautivados a todos. Para mí, cada día en el que sabía que teníamos filosofía era una alegría, nos hizo pensar tanto y tan bien que nunca, jamás, olvidaré sus clases y todo lo que nos enseñó. Y, como todos los buenos profesores que he tenido, Eduardo, además de dar clase nos hablaba de otras cosas, del mundo, de la realidad y de sí mismo. Por eso supimos que amaba la poesía, por eso supimos que le encantaba escribir y así fue como nos organizó lecturas poéticas y empezamos a vislumbrar qué era aquello de leer poemas más allá de las clases de literatura.
Eduardo nos dejó de forma temprana, se fue antes de lo que debería, y tras él quedan varios poemarios, el primero, Las cartas marcadas (1995), me gusta especialmente, tal vez porque fue el primero.
El proyecto poético de Eduardo García se orienta, en sus propias palabras, hacia la superación «de los límites heredados».
En La lluvia en el desierto encontraréis toda su poesía entre 1995 y los meses previos a su muerte en 2016. Se añaden dos breves colecciones inéditas, que escribió en los últimos años, y una serie de poemas no publicados antes y de épocas distintas. Para mí es un tesoro hecho libro.
Si sois amantes de la poesía no podéis dejar de conocer su obra. El poema que habéis leído antes, No estaba en el guión es uno de mis favoritos de Eduardo.
Estoy segura de que os dejará, como mínimo, pensando.
Deja una respuesta