Caminar bajo la lluvia

En ocasiones, es inevitable caminar bajo la lluvia. 

Otras veces, hay que buscar la ocasión para hacerlo.

Cuando camino bajo la lluvia me gusta hacerlo sin paraguas, aunque rara vez se da la ocasión en la que un paseo bajo la lluvia se puede disfrutar. 

En este aspecto, se podría decir que un paseo bajo la lluvia es como ese café que te tomas cada mañana en la misma cafetería. No siempre sabe igual, pero hay cafés, al igual que lluvias, que te pueden cambiar el día.

Hay veces en las que los paseos bajo la lluvia se vuelven muy amargos, como alguno de esos cafés. Hay paseos que se toman porque nos dejamos llevar por la nostalgia, por el miedo, por la incertidumbre y, en muchas ocasiones, por las prisas.

Hay paseos en los que pisas una losa suelta y acabas con los pies empapados, completamente. Otros en los que resbalas y casi caes. Hay paseos que mejor no darlos.

Sin embargo, los mejores paseos bajo la lluvia son los que haces escuchando tu canción favorita, sin importar el destino que tengas o el rumbo que lleves. O esos paseos que das en compañía de alguien con quien no te importaría hablar, o callar, durante horas. Son paseos en los que se disfruta cada gota, cada palabra y cada silencio.

La lluvia cambia por completo la cuidad. Te hace creer que pasas por sitios en los que nunca habías estado, a pesar de pasar por allí cada día. Te hace ver la realidad de forma distinta.

Simplemente, es precioso caminar bajo la lluvia.

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