Atravieso incontables mundos
siguiéndote.
Tú, en cada uno de ellos,
te detienes sobre sus puntos suspensivos.
Das uno,
dos,
tres pasos hacia atrás
y saltas
más allá
del final de sus frases.
Nunca te alcanzo.
Siempre corro
tras de ti
hasta sentir la incertidumbre
del último punto,
hasta notar que el vértigo
me oprime el pecho para dejarme sin aire.
Vacío incontenible
bajo mis pies descalzos.
Salto
en un intento desesperado
sobre los puntos finales
que anuncian el silencio.
¿Dónde te escondes
después de cerrar un libro?