Escribo
en ese viaje eterno
que siempre me lleva a mí mismo.
No es por hacerte sentir lo que crees sentir
ni por ayudarte a comprender todo eso
que tienes cerca y que
pocas veces
crees ver en las palabras de otro.
(Quizá en las mías)
No es, si quiera, por formar parte de tu vida
aunque solo fuese un instante.
No.
No escribo por nada de eso.
Escribo
porque creo encontrarme en momentos
que se me hacen fugaces
Escribo
porque cuando lo hago
creo saber quién soy.
Escribo para convencerme de que siempre puedo dar un poco más.
Y aunque a veces crea perder el rumbo
entre la tempestad caótica del verso libre
siento que no voy a sentirme más cómodo
en ningún otro sitio.