Aún dormía cuando
llamaste a mi puerta.
No esperaba a nadie,
no tenía por qué esperar.

Abrí,
aún con el sueño 
en mis ojos.

Quedé paralizado
por tu mirada.
Mi corazón latía
con fuerza,
desbocado por tu sonrisa.

Ese brillo en tus ojos
me hacía sentir único.

Separados por una barrera
invisible,
inexistente
formada por una puerta
que ya no estaba.


entraste en mi casa
y en mi vida.

Publicado por Antonio J. Ramírez Pedrosa

Creador y promotor de Un cuaderno en blanco. Escritor de silencios.

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: