Hoy el cielo cubre de negro
cada palmo de abismo
que se abre sobre mi cabeza.
Como tus ojos,
me atrapa, me enamora…
Tengo que confesarte
que me enamoré,
perdidamente,
de tu voz
antes de poder ver el brillo de tu mirada.
Y llueve.
El tintineo de la lluvia me lleva,
acribillado a besos diminutos en la piel,
a recordar la música que escapa de tus labios
cuando susurras ven
a un beso de distancia de mi cuello.
Me distraes
y me llevas a casa con el desconcierto
de no saber cómo he llegado.
¿Sabes?
Creo que nunca supe decirte
te quiero
por miedo a que tú sintieses lo mismo.
Por eso,
me dejo llevar por la melodía que esconden
estas tímidas palabras
y tarareo una canción que no conozco
y susurro tu nombre
y me enciendo
con el recuerdo de tu calor intangible,
para quedarme con el sabor a noches en vela
que me dejaban tus besos.
Me faltaban las palabras, y me faltan,
en este constante silencio que enmascara
la dulce música de tu recuerdo.
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