Por Alejandro L.G

Ryan Coogler es un director, guionista y productor estadounidense. Dirigió para Marvel“Black Panther” (2018) y su secuela “Black Panther: Wakanda Forever” (2022) y también es el responsable de la saga Creed, el spin-off de otra mítica saga, Rocky, que comenzó con “Creed. La leyenda de Rocky”(2015). Este 2025 junto con Jordan, su colaborador habitual, dirige, escribe y produce “Los pecadores” una entretenidísima película de terror hecha con mucho entusiasmo que está teniendo muy buen resultado en taquilla.
El filme nos traslada al Mississippi rural de 1932, en plena ley seca, para contarnos la historia de los gemelos, Smoke y Stack (ambos Michael B. Jordan) que, tras pasar unos años en Chicago (donde trabajaron para Al Capone) regresan a su pueblo natal para abrir un club nocturno para la comunidad afroamericana, junto con su primo Sammie (Miles Caton) un virtuoso con la guitarra, que le pondrá música al ritmo de blues al local. Para ello intentarán juntar a familiares y amigos del pueblo para que la inauguración sea un éxito. El director declaró que para hacer la película se inspiró en su difunto tío James, quien vivió en la misma época donde se ambienta el filme. Los recuerdos que le dejó de su infancia en Mississippi (como la pasión por el blues) le sirvieron de ayuda parar crear el guion esta historia antirracista, como lo fue en su momento la película de Spielberg “El color púrpura” (1985) pero transformado su alegato en un festival para los amantes del género. La película tiene además referencias de otros grandes nombres del género, como Carpenter o Romero, y de películas como «Abierto hasta el amanecer» (1996) o “West side story” (1961) con esa batalla cultural representada aquí entre los vampiros al ritmo del folk y los afroamericanos al del blues.

La última película de Ryan Coogler, se ha convertido, por sorpresa, en un fenómeno por el efecto del boca a boca. Se trata de una película valiente y arriesgada hecha al margen de lo que suele demandar en la actualidad las salas y plataformas. “Los pecadores”, es un filme extraño donde se mezcla la crítica social, el musical, la comedia y la acción con el cine fantástico, el vampirismo y el blaxploitation, (un movimiento popular surgido en los años 70, que era básicamente cine hecho, por y para gente de raza negra), cuyo resultado es una película inclasificable, muy original, potente y tremendamente disfrutona. Es además, un homenaje al pueblo afroamericano, que aun viviendo desde hace décadas en una sociedad racista (como es la norteamericana, donde el supremacismo blanco y ultrarreligioso, han pretendido borrar su historia relegándolos como ciudadanos de tercera), han luchado por su libertad y por la igualdad. Coogler con ello, nos demuestra de nuevo que el cine comercial puede tener fondo y transmitir un mensaje potente al espectador. En este caso, desde el género fantástico y de acción nos habla del orgullo identitario, y nos recuerda que los derechos conquistados se pueden perder a causa del odio y los extremismos, creando un símil muy parecido al que hizo en nuestro cine Alex de la Iglesia en “El día de la bestia” (1995).
La música es uno de los puntos fuertes de la película. Cuenta con una buena selección de canciones que se integran perfectamente en la película, creando una atmósfera vibrante que transportan al espectador a la década de 1930 en el sur de Estados Unidos. La selección incluye canciones de leyendas dentro del género como Nina Simone, John Lee Hooker, Son House u Howlin’ Wolf. La banda sonora también incluye música original compuesta específicamente para la película, que se inspira en el estilo y la estética del blues y el soul de la época. La factura técnica del filme (la fotografía, el diseño de producción, …) está muy cuidada. Michael B. Jordan destaca en su doble papel protagonista, y el reparto en general ofrece actuaciones convincentes.

Aunque podamos sacarle defectos en algunos puntos de la trama (algunas ideas no están muy bien desarrolladas) la película tiene buen ritmo, (sobre todo en su segundo tramo) que hacen que merezca la pena ir a verla en pantalla grande.
Nota personal: 7/10.
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