Por Miguel M. Benito.
Tras haber dado un repaso a comedias, tanto a algunas bienintencionadas y románticas como a otras ácidas y satíricas (y se quedaron fuera algunas tan buenas como Elecciones de Alexander Payne -Election, 1999, 103 min.-), que mostraban con más o menos atención elecciones en esta ocasión, nos vamos por el lado serio, con thrillers y dramas que, si están marcados por algo es por una visión de la política llena de desencanto y cinismo. Vamos con la segunda tanda.
Thrillers
La política como territorio de la mentira y/o de la conspiración lleva directo al thriller. Una trama típica de este género es esa en la que un personaje recién llegado y algo, o muy, idealista, descubre que tras las bambalinas algo huele a podrido en Dinamarca y las cosas se complican. Este tipo de películas suelen tener cierto tirón entre el público porque el suspense-thriller es un género agradecido a poco cuidado que esté y porque apela a la desconfianza en la clase política, en los poderosos, y cuenta con que el espectador tiene la actitud favorable para aceptar alguna que otra teoría conspirativa.

Y si hay un thriller político con impacto en la cultura popular es El mensajero del miedo (The manchurian candidate) de John Frankenheimer de 1962. Película propia de la Guerra Fría, en que la paranoia y el lavado de cerebro (término hoy en desuso) alimentan una trama de política ficción en la que Frank Sinatra, Laurence Harvey, Janet Leigh y Angela Lansbury están espléndidos. La película tuvo un buen remake en dirigido por Jonathan Demme en 2004 con Denzel Washington, Liev Schreiber y Meryl Streep. Simplemente recomendar ambas versiones y no decir nada más evitar spoilers para los que no hayan visto -¿en serio?- estas dos disfrutables películas.
A diferencia de las anteriores la película Poder (Power, Sidney Lumet, 1986, 111 min.) rara vez es recordada. A la película le pesan los ochenterismos, personificados en Richard Gere, que de algún modo extiende su personaje de American Gigolo (Paul Schrader, 1980) al rol de un de consultor político que, como el gigolo, ofrece a sus clientes lo que quieren sin mayor compromiso o implicación. El mundo de los consultores políticos sin principios y de la política espectáculo son el objeto de la denuncia de Lumet, pero falta contundencia y sobran buenas intenciones. El casting que rodea a Gere, con Gene Hackman, Julie Christie, Denzel Washington, entre otros, no consigue hacer atractiva la trama de traiciones, corruptelas y algunos peligros. La película podría haber hecho un buen díptico sobre la sociedad espectáculo con Network, un mundo implacable (Sidney Lumet, 1976, 121 min.), pero se queda corta. Lástima.

En Los idus de Marzo (The Ides of March, George Clooney, 2011, 101 min.) de nuevo seguimos a un consultor político, Ryan Gosling, en el desempeño de sus funciones al servicio de George Clooney. El elemento de suspense es relativamente liviano, porque hay un incidente a través del cual el idealista Gosling tomará conciencia de la fuerza corruptora de la aspiración de poder. Película bastante lograda, por la que desfilan Paul Giamatti, Philip Seymour Hoffman, Evan Rachel Wood, Marisa Tomei y más.

Mención aparte merece Candidata al poder (The contender, Rod Lurie, 2000, 129 min.). Es cierto que aquí no hay elecciones, pero sí el proceso de confirmación ante el Senado de un Vicepresidente -bueno, en realidad de una, porque ese es la clave del asunto, la nominada a ocupar el puesto vacante es una mujer, Laine Hanson, interpretada por Joan Allen. Y en el proceso de confirmación surgen cuestiones sobre el comportamiento sexual y los techos de cristal. Al mismo tiempo, hay una trama secundaria, que opera como macguffin, que suena mucho a Chappaquiddick.

El resultado final produce una extraña y atractiva combinación de idealismo capriano y cinismo posWatergate. Jeff Bridges hace un divertido retrato de un presidente muy consciente de su poder y Gary Oldman es, como siempre, un estupendísimo villano. De nuevo, como prácticamente en todas las películas que estamos mencionando, un repaso a la ficha de Imdb de The Contender asombra por el reparto en el vemos a Sam Elliott, Christian Slater, William Petersen y más. Parece que la política tiene su tirón entre el gremio actoral.
La política como sufrimiento: Drama time
Si en las películas anteriores los protagonistas eran los consultores preocupados en cómo ganar, en El candidato (The candidate, Michael Ritchie, 1972, 110 min.) el foco se pone sobre Robert Redford, candidato al Senado de los Estados Unidos, guapo como Redford era , honesto, carismático y sin opciones de ganar. El drama surge cuando ante la posibilidad real de ganar, el candidato deberá batirse entre ser él mismo y mantenerse en sus principios o aceptar ciertos compromisos para, efectivamente, dejar de ser un outsider y convertirse en un ganador. No deja de tener algún elemento de comedia que, quizá, hagan de El candidato más una tragicomedia que un drama al uso.

Si de todas las películas que he mencionado aquí solo puede escoger una, que sea El Político (All the King’s Men, Robert Rossen, 1949, 110 min.); película incómoda y brillante, que si tiene parentela con alguna otra es con Ciudadano Kane (Citizen Kane, Orson Welles, 1941, 119 min.). ¿Fue siempre así el personaje de Broderick Crawford – ese político del título- o el poder le cambió? Un pequeño tratado sobre demagogia, populismo y corrupción. Del remake de 2006 dirigido por Steven Zaillian interpretado por Sean Penn sólo decir que no le hace justicia al original.

La primera película fuera de los Estados Unidos que menciono es la española El disputado voto del Señor Cayo (Antonio Giménez-Rico, 1986, 94 min.). Adaptación de una novela de Miguel Delibes que sirve de un retrato de una época, la de la Transición española, ante sus primeras elecciones democráticas tras la muerte de Franco. El ojo atento puede encontrar a actores jovencísimos como Lydia Bosch e Iñaki Miramón compartiendo cartel con Paco Rabal y Juan Luis Galiardo. En la dirección de Giménez- Rico se nota la admiración, inevitable, por John Ford, tan propia de una generación de cineastas, de los que el más destacado ha sido José Luis Garci, que hicieron el cine en aquellos años.

Dos menciones extra a los clásicos. La primera es la ya citada, Ciudadano Kane. El discurso de Kane, con una imagen suya de proporciones gigantescas a la espalda, es un momento asociado a la memoria del cine y recoge el momento en el que el protagonista decide presentarse a gobernador. Película inmensa y difícil de reducir a etiquetas y géneros.

Y ya decía Welles que para rodar Ciudadano Kane había aprendido de Dilegencia y de John Ford y, como 2023 es el año en el que se cumplen cincuenta años de la muerte de John Ford, voy a recomendar una de sus películas crepusculares, El último hurra (The Last Hurrah, 1958, 117 min.).
En la que una forma de hacer política, local, chusca, cercana y marrullera, muere con la llegada de la televisión. El alcalde Skeffington -Spencer Tracy- busca la reelección en ese mundo cambiante. El último hurra se puede vincular con El Joven Lincoln (The Young Lincoln, John Ford, 1939, 100 min.) que representa el momento antes de la política y al hombre antes del mito, y con El Hombre que mató a Liberty Valance (The man who shot Liberty Valance, John Ford, 1962, 10), una película inagotable, con el senador Stoddard, James Stewart, regresando al origen de todo, el Oeste y su leyenda.

Como nota un poco aparte, El joven Lincoln de Ford también da para una estupenda sesión doble con Lincoln (Steven Spielberg, 2012, 150 min.).
Y así, tras haber recomendado algunas películas llenas de villanías, cinismo y miserias de la aspiración de poder, debemos alejarnos otra vez del territorio de las campañas electorales en la gran pantalla. Pero, volveré, con una tercera y última parte, en la que me detendré en películas que son como la vida misma y la concesión a la pequeña pantalla con algunas series de televisión.
Este artículo es una versión, con algunas modificaciones menores, del mismo texto que apareció en la web del podcast Cronocine.
Miguel M. Benito en twitter @Gentleman_Yo, autor intelectual de Pinkerton Podcast.
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