Por Alejandro L.G

El director y guionista James Mangold es el responsable de algunos filmes bastante interesantes como “Inoncencia interrumpida” (1999) con la que Angelina Jolie consiguió un Oscar como actriz secundaria, “En la cuerda floja” (2005) con Joaquin Phoenix, más tarde dirigió el curioso remake del western “El tren de las 3:10” (2007) que protagonizaron Russell Crowe y Christian Bale y más recientemente “Le Mans ´66” (2019). También dirigió dentro de la saga X-Men las películas “Lobezno inmortal” (2013) y “Logan” (2017) centradas en el mítico personaje de Lobezno, que interpretó Hugh Jackman. Este año se ha hecho cargo del regreso a la pantalla del mítico arqueólogo Indiana Jones, que vuelve a encarnar el actor Harrison Ford. Se trata de la primera película de la saga que no está dirigida por Spielberg, que sólo participa como productor, junto con George Lucas. 

Tras la aclamada trilogía original que comenzaba con “En busca del arca perdida” (1981) donde ya se nos presentaba perfectamente al que se convertiría en el héroe de muchos de nosotros y a la vez disfrutábamos de buen cine de aventuras, bien narrado, con pulso. Luego le siguieron “Indiana Jones y el templo maldito” (1984) una nueva aventura en la que teníamos al adorable Tapón otro de los personajes más queridos, y por último llegó “Indiana Jones y la última cruzada” (1989) en la que nos presentaban al padre de Indi (ni más ni menos que Sean Conery) con la que ya dábamos palmas con las orejas. Con ese buen sabor de boca nos dejaron el tándem de Spielberg y Lucas, hasta que decidieron retomar al personaje en “Indiana Jones y la calavera de cristal” (2008), una historia que no terminó de cuajar, y de la que algunos prefieren ni oír hablar, como si nunca hubiera existido. Ahora, más de 10 años después, se vuelven a tirar a la piscina para traernos una nueva aventura, que si bien no aporta nada nuevo a la historia, sí que resulta una película la mar de entretenida que nos devuelve al personaje de nuestra infancia y lo hacen manteniendo la dignidad (aun teniendo sus fallos, que los tiene) y, no menos importante te hace pasar un buen rato y a alguno hasta terminara emocionado con su gran final. 

La trama, comienza a finales de los 30, en plena II Guerra Mundial, con los nazis acosando a un rejuvenecido Jones (con un CGI más propio de videojuego, por cierto, pero igualmente lo compramos). Tras esta presentación, nos trasladamos a finales de los 60, con nuestro héroe ya a las puertas de una más que merecida jubilación y con el hombre a punto de pisar la luna. Pero a Indiana no parece que dicha jubilación le frene los pies y nuevamente deberá emprender otra aventura, en este caso para intentar recuperar un dial legendario que puede cambiar el curso de la historia y que está relacionado con Arquímedes. Junto con su ahijada Helena, Jones pronto se tendrá que ver las caras con Jürgen Voller, un ex nazi que trabaja para la NASA. James Mangol despliega todo su potencial tanto técnico como artístico de forma muy correcta y solvente, creando buenas secuencias de acción, de las que te estás mordiendo las uñas y saltas con el personaje para huir del peligro y sabe compaginarlo con la tan recurrente últimamente nostalgia ochentera, pero hace que no resulte demasiado engorroso en la trama. 

Harrison Ford, como no, continúa siendo el protagonista indiscutible de la historia, pero a su lado le sigue una fantástica compañera, Helena (Phoebe Waller-Bridge), un buen personaje que además es muy divertido, y nos colocan a una suerte del Tapón de “El Templo maldito” como su ayudante, Teddy (Ethann Isidore) y en el otro lado del juego tenemos al gran Mads Mikkelsen interpretando al villano. Y luego tenemos en un pequeño papel a uno de nuestros actores más internacionales, Antonio Banderas. 

Ahora, ya en pleno verano, no creo que haya mejor plan que entre chapuzón y chapuzón ir al cine a disfrutar nuevamente de nuestro querido arqueólogo. 

Nota personal: 6/10.