Hace unos días propusimos en nuestra cuenta de Twitter un reto de microrrelato para escribir una breve historia inspirada en la imagen principal de esta entrada.
A continuación, vamos a compartir los relatos compartidos por nuestros seguidores.
¿Te animas a compartir tu obra? Hazlo en los comentarios o súmate a los próximos retos.
De nuestros seguidores de Twitter:
Ahí, sentado esperando lo que no ha de llegar. ¿El amor?, ¿la dicha? ¿la paz? Levántate, busca unos ojos, busca una boca que te hable y diga: quiero compartir mi camino contigo.
En algún sitio bohemio, trato de descubrir, porqué se ahogan mis palabras en un trago que aún no bebo, si la soledad traduce mi sentir, quizás me explique, que tu ausencia duele menos porque pienso, que en esa vieja cámara, conservo tu presencia.
Me han dicho que no debería tomar fotografías bebido. Estúpidos. Mis mejores obras las he sacado con la sangre tan alcoholizada que podrías prenderle fuego. Cuando estoy borracho, el mundo se ve tal cual es a través de la cámara. Pero no lo entienden. Que les den.
En su habitación, cada noche, una fascinante mujer se presentaba ante él. En el intento de alcanzarla, ella se disipaba. Esta vez la captó con su objetivo. En el laboratorio, una hipnótica aurora boreal quedó plasmada en el negativo.
No eran las dudas las que se pegaban su cuerpo. Tampoco era el asco ni el miedo ni tantas horas de sueño. Ni tan siquiera era el atardecer que se reflejaba en sus ojos como un avispero. Lo que le movía era la rabia. Rabia por tener sed a pesar de haberse bebido mares enteros
Paseando por el parque observé, no sin cierta emoción subyacente, a un matrimonio –casi centenarios ambos– sujetos de la mano, sentados en un banco, mirándose Aquella tarde bajé al bar de la esquina y, entre sorbo de cerveza y bocado de tapa, quise escribir un relato corto pero intenso, mas al hilvanar las primeras ideas de su argumento, pasó volando bajo, a ras de los tejados de las casas adyacentes, un dragón que lanzaba por doquier llamaradas que casi me chamuscan la calva; el ogro al que perseguía, no obstante, no tuvo tanta suerte; mi idea, ¡oh pena!, se esfumó asustada antes de que pudiera agarrarla y plasmarla en papel y tinta.
De nuestros seguidores de Facebook:
Al Agus:
Con el último disparo de mi cámara fotográfica pude captar la escena ideal de la muerte,allí estaba la víctima, desprotegida de la vida y con la sorpresa dibujada en su rostro. Ya podía escribir la historia deseada en mi nuevo libro después de haber planeado este simple asesinato,mientras espero que vengan a recoger el cadáver y me lleve la policía, disfruto una cerveza fría junto a mi cámara y apuntes.
Siempre tuve el sueño de escribir un libro de asesinos en serie desde la prisión y,parece pronto se cumplirá, espero les guste.
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