Te fuiste
dejando en mi rostro
una sonrisa marchita.
Te alejabas, mirándome,
dibujando tu cuerpo
en unos ojos inundados
por unas lágrimas
que parecían seguirte.
Te fuiste
dejando la música
de tu risa
y el eco de tu voz.
Y
en mis labios
la sutil caricia
de un beso.

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