Caminar bajo la lluvia me trae
una extraña sensación de nostalgia y ternura.
Me es inevitable pensar en ti
cuando las pequeñas gotitas golpean mi rostro
y resbalan sobre mi piel
como lo hacían tus besos.
Hasta mi música suena distinta
si la escucho pensando en ti.
Nunca se me ha dado bien echarte de menos.
No puedo verme ahora
pero
sería bonito mirarme desde fuera
para verme con la mirada perdida
silbando una canción
o tarareando una letra que no conozco
mientras pienso en ti.
Me perturba la idea
de no controlar por qué lo hago
o qué me lleva a ello.
Pero pensarlo…
Si lo pienso, destruyo
todo cuanto soy ahora mismo.
Nunca se me ha dado bien echarte de menos.
Sabes
que disimulo muy mal las sonrisas
cuando no te tengo
y que me falta el aire si estás lejos.
Si me dejo llevar y silbo,
y tarareo
e improviso un estribillo nombrándote en estas letras…
Si lo hago,
apareces tú
en mi cabeza, cantando la canción
desnuda entre mis manos
o callándome con un beso.
Y después,
me tiembla el corazón cuando susurras que me quieres,
cuando me llevas
de la mano
a este estado de sobrelocura infinita.
Es por eso
que nunca se me ha dado bien
echarte de menos.