Salvamento

En el año 1639 el feudalismo se tornaba firme y duradero. Pozo III se soldaba en el trono y el gobierno como el mar a la orilla. Sus padres fueron simples campesinos que trabajaban de sol a sol para poder subsistir. 

Al morir estos, fue acogido en casa de sus vecinos. Tenía solamente catorce años cuando la tragedia lo obligó a abandonar los estudios. Tuvo que ubicar el trabajo por delante de su juventud. Inevitablemente el árbol comenzaría a regarse con sudor y sacrificio.

Por más que se esforzó, no pudo encaminarse en otro oficio. Quiso trabajar el barro, pero la torpeza de sus músculos lo descalificó antes de acomodarse y tanto la pintura como la escultura se tornaron aceite en su vida hecha de agua. La albañilería le resultó impropia, al extremo de casi matar a una familia al desplomarse la única casucha que fue capaz de construir.

Las autoridades le propusieron adiestrarse como verdugo cuando estaba harto de andar. Oferta que no pudo rechazar porque el pago era sumamente bueno. Tras largos meses de practicar con cerdos y gatos muertos aprendió a la perfección cómo desprender de cuajo la cabeza del cuerpo. Así transcurría el tiempo y algún día se iniciaría con un ser humano.

Llegada la fecha se encaminó al patíbulo con la frente en alto. Lo tenía todo bajo control. Solo que la víctima llevaba la cabeza más elevada. El condenado carecía de miedo y caminaba con paso firme y decidido.

Después de ser debidamente amarrado de piernas y brazos, pidió que le sujetaran la cabeza. Lo que se cumplió apretando bien una especie de presilla.

Miró a los presentes y vio que se hallaba un grupo significativo de personas que pedían a gritos que se iniciara la ejecución. Tomó con ambas manos la pesada y filosa hacha y le asestó un sólido golpe mientras cerraba los ojos. La cabeza fue a parar a sus pies y se convirtió en la primera imagen que grabó tras subir los parpados. Aquella cabeza inerte lo miraba de frente. Era una situación difícil de manejar. Años más tarde fue despedido al descubrirse que después de cada ejecución, acudía a la iglesia a confesarse.

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