La historia recorre y encauza
los dos ríos de mi pecho
al compás y fluir
de un manto de terciopelo
y de mimbre,
que marca las caricias
con astillas y duelo
hilvanándolas en sus dedos,
con un hilo de plata de luna
y de latón.
¿Hay espacio para los susurros?
¿Existe el margen entre lo vital
y lo cotidiano?
La historia recorre y encauza
los dos ríos de mi pecho
mientras en mi mente
hay mil fracturas de corazón.